Todos los niños merecen lugares amables, seguros y acogedores donde crecer.

La salud mental, protagonista en el inicio del curso escolar

La normalidad no es realista": los estudiantes vuelven a las aulas y a los entornos sociales tras el bloqueo por pandemia y el aprendizaje a distancia

MINNEAPOLIS - 15 de septiembre de 2021 - El viaje de Simone Biles por la salud mental fue muy público. No lo es tanto para los niños y adolescentes de Minnesota que sienten la presión de la preocupación, la tristeza y el miedo.

"Los deportistas olímpicos, en particular los del equipo de EE.UU., han aumentado nuestra conciencia colectiva sobre la salud mental y el poder transformador de buscar atención y apoyo", afirma Jenny Britton, Directora de Servicios Infantiles y Familiares del Centro Washburn para la Infancia.

La salud mental infantil ya era una crisis de salud pública en 2019, con un estimado de 100.000 niños de Minnesota que sufren de ansiedad, depresión y trauma sin tratamiento antes de la pandemia. Ahora, tras 20 meses de estrés provocado por el COVID-19 y el malestar social, el sistema de salud mental de nuestra comunidad está experimentando una oleada de necesidades aún mayor.


"No es realista que pensemos que las cosas volverán a la normalidad. Los niños no han tenido interacciones sociales, las escuelas no han estado abiertas y se han cancelado actividades. No es lo mismo que antes, y tenemos que ayudar a los niños a entender que está bien no sentirse bien".

Britton recuerda a los cuidadores que no existe el padre, el profesor o el entrenador perfecto. "Como adultos, podemos ser el apoyo estable y regulado para ayudar a los niños a superar las transiciones y los grandes sentimientos que surgirán este otoño. Estos tres sencillos consejos te ayudarán a encontrar esperanza y fortaleza".

Tres consejos para ser padres "suficientemente buenos
  1. Sé juguetón, ríete.
  2. Pide ayuda cuando la necesites: da ejemplo de lo que significa ser vulnerable y aceptar apoyo.
  3. Cuando haya desacuerdos (y los habrá), repara siempre. Que un adulto diga: "Me enfadé y así es como voy a ayudarnos a seguir adelante" es una poderosa lección para los niños de todas las edades.

"Vivimos un trauma universal. Independientemente de dónde vivamos, quiénes seamos, a qué nos dediquemos o a qué escuela vayamos, toda nuestra comunidad se ve afectada, especialmente nuestros hijos", afirma.

El año pasado, las típicas "redes de seguridad" para detectar a los niños que necesitaban atención de salud mental se vieron alteradas; los adultos como educadores, cuidadores y entrenadores se encontraban a cierta distancia y las señales pueden haber sido menos evidentes. A medida que los alumnos se adaptan a la rutina escolar, los adultos pueden estar atentos a estas señales de que un niño de su círculo podría necesitar ayuda y esperanza:

  • Cambios en el comportamiento: vacilación en situaciones sociales o sentimientos frecuentes de ira o irritabilidad.
  • Dificultad para mantener la atención, incluso durante el juego
  • Cambios en su forma de comunicarse: se vuelven más callados o retraídos; exteriorizan sus sentimientos si no encuentran palabras.
  • Dificultades para dormir, pesadillas, dificultad para conciliar el sueño